"Para que el gusto no se pierda", martes por medio, muy temprano en la mañana, en la Sala de Maestros "P.Oscar Lateur SJ", los docentes de Primaria del Colegio del Salvador -Buenos Aires- nos encontramos para compartir pedagogía junto a los mates que van pasando de mano en mano. Es un espacio de participación libre en donde todos los aportes se van compilando en este Blog para poder recurrir a ellos y poner en práctica nuestros acuerdos. Lo compartimos con ustedes. Por aulas más ignacianas...
domingo, 29 de mayo de 2011
LAS PUERTAS DE LOS SENTIDOS Parte II
jueves, 26 de mayo de 2011
Abriendo Caminos...Comienzan los aportes
martes, 24 de mayo de 2011
Te invitamos a proponer temas para los encuentros
(La pintura: "Escuelita rural", 1956. BERNI)
viernes, 20 de mayo de 2011
Fichas de poker
Lic. María del Carmen Alborelli
martes, 17 de mayo de 2011
El placer de la risa
En nuestro último encuentro del 12 de mayo, compartimos este video que nos muestra el funcionamiento de las neuronas espejo. En él pudimos descubrir cómo ciertas conductas se contagian al entrar en resonancia con los demás. De aquí la importancia de modelizar en nuestras clases estados afectivos positivos como la risa, el buen humor, la camaradería, para que nuestros alumnos copien y generen estados emocionales óptimos para el aprendizaje. Véanlo, es muy bueno.
lunes, 16 de mayo de 2011
Palabras de Esperanza
15 de mayo 2011
Querido equipo de Primaria: directivas, maestras y colaboradores
Ante todo felicitaciones por esta iniciativa del “mate pedagógico”, este compartir miradas y reflexiones sobre nuestra tarea cotidiana de educar a los chicos que nos son confiados. El “rito del mate”, real y “virtual”, expresa valores que queremos cuidar y promover como colegio jesuita: una cultura del encuentro, un compartir calidez en vínculos humanos sanos, un buscar calidad en un perfeccionamiento profesional cotidiano, un aprender siempre, un aprender para otros. Y expresa paciencia y alegría al acompañar el proceso educativo de los chicos. Paciencia activa y no resignada. Alegría sencilla y esperanzada en los tiempos largos de la acción de Dios. Como sabemos y a veces olvidamos, las instituciones no educan “por inercia”. Somos personas que educamos personas y mas allá de los “funcionalismos eficientistas” que también padecemos en la pedagogía, el acto educativo es encuentro cualificado que permite a los que se asoman a la vida el desarrollo de los talentos que Dios nos regaló para ponerlos al servicio de los demás y con ello “volver” a Dios. En lenguaje de San Ignacio: MAGIS y “en todo amar y servir”.
Y es oportuno volver a preguntarnos ¿tiene importancia la reflexión pedagógica para la práctica educativa? En tiempos alterados como los actuales ¿tiene sentido el esfuerzo y dedicación empeñado por ustedes en la tarea cotidiana y en estas “pausas de estudio y reflexión”? A preguntas parecidas respondió Joham Friedrich Herbart en la clase inaugural de uno de los primeros cursos de pedagogía a nivel universitario en 1802 en la Universidad de Gottingen:
“En otras palabras la teoría junto con la reflexión, el pensamiento y la investigación preparan al educador, no tanto para sus futuras actuaciones concretas, sino más bien a sí mismo, a su espíritu, a su inteligencia y a su corazón para aprehender, para comprender, para percibir y para juzgar los fenómenos que le desafían y la situación en que él se encuentre. Si se ha perdido de antemano en estrategias generales, las circunstancias concretas lo harán fracasar, pero si se ha armando de principios, éstos van a iluminar sus experiencias y le enseñarán como ha de proceder cada vez. Si no sabe diferenciar lo importante de lo insignificante, descuidará lo necesario y privilegiará lo inútil. Si confunde falta de educación con la debilidad mental, o la rudeza con la malicia, sus alumnos se van a desorientar y lo intimidarán diariamente con enigmas desconcertantes. Por el contrario si conoce los puntos esenciales los fundamentos de su tarea y los rasgos básicos de las buenas o malas disposiciones naturales de los jóvenes, sabrá dar a sus alumnos toda la libertad necesaria que es necesaria para la alegría, sin olvidar por ello los deberes, sin perder la disciplina y sin dejar la vía libre a la tontería o al vicio…” Y concluía que “hay una preparación para el arte por la teoría, una preparación de la inteligencia y del corazón”.
Se trata entonces de profundizar la preparación para el arte de educar por la teoría, pero ante todo de una preparación de la inteligencia para mirar en profundidad y mirar lo que otros no ven, discernir lo que otros confunden y de la preparación del corazón para actuar en consecuencia.
Mirando el contexto estamos desafiados a superar una pedagogía del fracaso y la decepción que se ha instalado en el mundo educativo. Un círculo vicioso que habilita discursos y prácticas escolares cargadas de imposibilidad e impotencia acompañadas con sentimientos de angustia y desesperanza. Es un contexto que debemos discernir para no caer en su trampa renunciando a nuestra misión educativa que es con estas familias y estos chicos, sin falsas idealizaciones y enriqueciéndonos del sano realismo esperanzado que surge de la antropología ignaciana.
Desde el “modo de proceder ignaciano” quien ejerce el servicio de la autoridad como directivos o docentes es llamado a hacerlo desde la “edificación del otro”, a través del ejemplo y el diálogo, desde el deseo profundo que la otra persona, alumno, padres, colegas, se lleve algo constructivo para su vida. Es el desafío de seguir profundizando la construcción de nuestros equipos de de reflexión y acción educativa. Como nos enseña San Ignacio: “no asustarse de las grandes empresas y sin embargo tener en cuenta las pequeñas cosas, eso es de Dios “.
Que María, Madre del Salvador, con su ternura paciente, nos renueve, en esta pequeña comunidad del Salvador, la vocación educadora “con y para los demás”.
Ricardo
sábado, 14 de mayo de 2011
LAS PUERTAS DE LOS SENTIDOS Parte I
El P. Agustín Rivarola Sj comparte en el blog esta 1er. parte del texto "Las puertas de los sentidos" para iluminar desde lo ignaciano lo que estamos viendo.
Hoy: el "ver"
Xavier Melloni
Jesuita, Profesor del Instituto de Teología Fundamental, Colaborador de EIDES. Manresa (Barcelona)
Cada uno de nosotros es un mundo dentro del Mundo. Este contacto se establece por los sentidos: salimos al Mundo y entramos a nuestro mundo a través de esas cinco puertas. Los orientales abren una sexta: la mente, algo que Zubiri integraría en las otras cinco hablando de la inteligencia sentiente, es decir, que toda percepción sensitiva del mundo es siempre, en el ser humano, ya una percepción interpretada, es decir, una sensación inteligente.
Por esas puertas de los sentidos salimos de nosotros mismos hacia el Mundo, a la vez que el Mundo entra en nosotros. Atender al modo como transitamos estas aberturas es esencial para crecer en un modo transparente de existir. Porque hay un modo de entrar y de salir por ellas que puede hacerse de manera autocentrada y depredadora o de manera agradecida y generadora de comunión. Tal es la diferencia entre sensualidad y sensitividad, una distinción con frecuencia poco reflexionada: la sensualidad implica una avidez y una dependencia del placer que provocan los sentidos, mientras que la sensitividad es la receptividad de la realidad a través de los órganos de percepción, afinados en sus múltiples registros. Como dice un proverbio oriental, para una persona sin control de sí misma los sentidos son sus peores enemigos; pero para una persona que se ejercite en el autodominio se convierten en sus mejores amigos. Vivimos, sin embargo, en una cultura que los exacerba, que los satura, en lugar de desarrollarlos.
Pero todavía hay más: atender al uso de los sentidos se puede concebir como un ejercicio iniciático. Ejercicio iniciático en tanto hay un modo contemplativo de estar en el mundo que nos capacita para percibir a Dios como Presencia primera y constitutiva de la Realidad, latiendo en todas las cosas. Porque, en definitiva, lo que nuestros ojos quieren ver, lo que nuestros oídos quieren oír, lo que nuestro tacto quiere palpar... es el Rostro-más-allá-de-los-rostros que se manifiesta a través de las formas. Así pues, los sentidos no son sólo puertas entre nuestro mundo interno y el Mundo exterior, sino umbrales que abren al Trans-mundo que late en el mundo y al que sólo se puede llegar a través del mismo mundo.
Tal concepción iniciática de los sentidos supone que el mundo fenoménico no es estorbo, sino manifestación de la Presencia última que late en las cosas. Se trata de percibir por los sentidos que el mundo es incandescencia de Dios; o, dicho de otro modo, de descubrir la dimensión sagrada de toda experiencia sensible[2]. Así pues, las reflexiones y el trabajo que aquí proponemos no están tanto en la línea de San Juan de la Cruz -«no quieras enviarme / de hoy más ya mensajero / que no saben decirme lo que quiero»[3]- cuanto en el clima de la contemplación ignaciana del Dios presente en todos los elementos (Ejercicios Espirituales, 235-237). Es decir, de Dios danzando en su creación, revelando la Creación como danza de Dios, mostrándola inseparable de Aquel que se manifiesta en su danza. Ahora bien, para captar esto hay que estar muy atento al modo como estamos en el mundo. En la tradición ignaciana, esta percepción se prepara, de algún modo, a través de la Aplicación de sentidos [EE, 121-126] sobre las escenas evangélicas. Lo que aquí presentamos es la aplicación de sentidos sobre las escenas del mundo para percibir la Presencia del Invisible, que revelan al mundo como misterio y transparencia.
Vamos a recorrer cada una de estas seis puertas –incluimos, pues, la puerta oriental de la mente- tratando de mostrar cómo hay un modo de ver, de oír, de oler, de gustar, de tocar y de pensar que nos entumece y encierra en nuestro pequeño mundo opaco y autocentrado, mientras que hay otro modo que nos abre y despliega al Mundo, y que lo va revelando como presencia y transparencia de Dios.
Comenzaremos por aquel sentido que tal vez sea el sentido por antonomasia: el ver.
Ver
Disponemos de dos verbos que usamos casi indistintamente en torno a la vista: ver y mirar. El lenguaje tiene sus razones, y el hecho de que existan estos dos términos no se debe a un derroche de palabras, sino a la riqueza de matices que el lenguaje encierra. Ver hace referencia al impacto espontáneo que reciben los ojos, mientras que mirar indica la concentración de ese acto de ver. Sucede que con demasiada frecuencia miramos sin ver. Esto es: al tener una idea preconcebida de lo que queremos ver, buscamos fuera lo que sólo tenemos en nuestra mente, impidiendo así que la realidad se nos revele como es. Ese «querer ver» es lo que, de hecho, nos impide ver. En lugar de ver, miramos. Pero mirando, no vemos. Nuestra imagen preconcebida se interpone entre nosotros y la exterioridad, separándonos entre un sujeto que mira y un objeto en el mundo que es mirado. Esta separación es lo que nos impide la revelación.
En la espiritualidad Zen se habla entre la diferencia entre la mirada-flecha y la mirada-copa. La mirada-flecha es inquisitiva, discriminadora, analítica, afilada como la punta de una flecha, que excluye todo lo que no la conduce a su objetivo. Se trata de una mirada o actitud útil para ciertas dimensiones de la vida, pero debe ir acompañada por otra mirada que no sea hija de la necesidad o del interés, sino de la gratuidad: la mirada receptiva, abierta como una copa, que no taladra el mundo, sino que lo acoge en sí. Tal es el ver.
Dos son los obstáculos que se interponen en el desarrollo de esta mirada-copa: desde dentro, el mundo de los deseos; desde fuera, la saturación de imágenes de nuestra cultura mediática. Respecto a lo primero, los deseos por los que estamos habitados son impulsos que condicionan nuestro mirar, bien sea porque lo dirigen, bien porque lo bloquean. Educar la mirada significa educar los deseos: evitar que sean ellos los que pongan contenido a nuestro ver y, en lugar de ello, tratar de silenciarlos para que se revele la Presencia en el fondo de las personas y de las cosas.
Por otro lado, hemos de hacer frente al segundo obstáculo: vivimos en una cultura de imágenes construidas, no recibidas, arrojadas a nuestros ojos con fines mercantilistas. Nuestro ver está saturado, y ello nos obliga a defendernos de los impactos visuales con que nos bombardean. Estar sometidos a tal elección nos hace perder la inocencia, es decir, la capacidad de estar simplemente receptivos y de acoger.
Para reparar la sobresaturación de imágenes disponemos de dos ejercicios que están a nuestra disposición. El primero trata de disponer de tiempos prolongados en los que ejercitar la mirada gratuita. Tal vez el espacio privilegiado para ello sea la naturaleza, con sus múltiples matices de colores y formas que se ofrecen sin imponerse, portadores de la presencia de su Hacedor. Así, en contemplación desinteresada y distendida, la mirada-flecha se va convirtiendo en mirada-copa, la cual poco a poco se va disponiendo para captar la dimensión divina de la realidad. El segundo ejercicio es la oración practicada con ausencia de imágenes –cerrando los ojos-, o la concentración en una sola imagen que remita a la Imagen por excelencia, al Rostro de los rostros, «por quien y en vista de quien todo fue hecho» (Col 1,16), y del que toda forma toma su forma: Cristo Jesús. Ante esta única Imagen se va desarrollando el grado más alto y más hondo de aquella mirada-copa, lo que podríamos llamar la mirada-icónica: si al comienzo uno era el que miraba, cuanto más se va entregando y perdiendo en ese mirar, tanto más va descubriendo que, en el fondo, es él el que es mirado. Ese mirar ya no es posesivo, sino oblativo, y por ser oblativo deviene unitivo: el que mira y el que es mirado se hacen uno.
[2] Cf. Karlfried GRAF DURCKHEIM, Hacia la vida iniciática. Meditar porqué y cómo, Ed. Mensajero, Bilbao 1989.
[3] Cántico Espiritual, 6.
miércoles, 11 de mayo de 2011
¡ A activar el SARA!
Síntesis
Compartimos un Power sobre las funciones cognitivas de la atención y la memoria.
- La sala de clase debe estar ordenada y limpia para no activar el modo supervivencia y concentrar la atención en el aprendizaje
- El docente debe ofrecer una figura asociada al placer por el aprendizaje, debe inspirar seguridad.
- La atención del SARA debe captarse siempre en función del aprendizaje
- Como el SARA atiende los cambios en el entorno, se pueden incorporar en la clase sorpresas y novedades:
- Cambios en la voz, variando el volumen y el ritmo
- Cambios visuales en los colores
- Cambios visuales de movimiento del docente o lugar de las cosas.
- Uso de los diferentes sentidos
jueves, 5 de mayo de 2011
SINTESIS PRIMER ENCUENTRO
“Para que el gusto no se pierda”
Encuentro I
14 de abril de 2011
Finalidad de los “Mates Pedagógicos”
Surge este espacio desde la necesidad de generar un encuentro que permita a los docentes del Nivel Primario de nuestro Colegio tres acciones básicas:
1. Compartir experiencias áulicas, generando un espacio de reflexión, intercambio, y propuesta de ideas.
2. Unificar criterios en relación a diferentes temáticas con la capacidad de tomar decisiones conjuntas que favorezcan el liderazgo del “maestro ignaciano”.
3. Animarnos unos a otros en la tarea de educar para gustar internamente de ella y poder transmitirlo a nuestros alumnos.
Es un espacio en el que se participa libremente, sabiendo que las decisiones que se toman implican a todos.
TEMA 1: ORGANIZACIÓN DE LA CLASE
CONCLUSIONES
NIVEL BÁSICO
Hay un nivel básico organizativo de la clase que no puede faltar:
1. Inicio
2. Desarrollo
3. Cierre
En esta división debe tenerse en cuenta si la clase es de enseñanza o de fijación.
Es necesario señalar que el momento de cierre, a veces puede quedar inconcluso por falta de tiempo. Hay que tratar de evitarlo, manejando los tiempos y acortando las actividades previstas. Tener en cuenta que pueden extenderse estos momentos a lo largo de toda la mañana y no de una o dos horas.
Ayuda también la imagen de organizar las clases semanales como si fuesen capítulos de una historia o novela en donde volvemos a retomar el capítulo anterior para darle continuación a los aprendizajes. Que lo aprendido no quede separado de la novela. La novela completa tiene el hilo conductor que lo pensamos primero para lograrlo al final con los chicos.
Entre los elementos importantes de la motivación puede señalarse al juego como uno de los más importantes. Permite desarrollar relaciones interpersonales en donde se integran conocimientos, modos de actuar y se dinamizan los aprendizajes. Primer grado se propone una vez a la semana el aprendizaje por juegos. Los demás grados tratarán también de implementarlo.
Un elemento importante de organización lo constituye la utilización del Mapa conceptual como un recurso valioso a la hora de organizar el conocimiento. Tanto para ordenar los contenidos para el docente como para la utilización en la integración de los mismos para los alumnos.
SEGUNDO NIVEL
Hay un nivel que complementa este nivel básico y que pueden ya ponerlo en práctica los docentes que tienen experiencia en “lo ignaciano”
Para ello es importante tener en cuenta:
La Prelección: es uno de los métodos jesuíticos de enseñanza tradicionales, en la Ratio. La prelección, en su forma tradicional, implica que el maestro haga una revisión previa de la tarea de los alumnos, adelantando esquemáticamente lo que se va a hacer. Durante ella, el maestro señala las áreas específicas donde los alumnos deben poner especial cuidado. El maestro también puede usarla para establecer el enfoque y el método con que debe estudiarse una materia en particular
La Repetición: es otra práctica de la enseñanza jesuítica tradicional. La repetición es un tiempo que se dedica a la revisión de un tema. Sin embargo, no significa la simple revisión o memorización del material que se aprendió. Conlleva la idea de una apropiación y entendimiento más profundos del material aprendido. En la Ratio hay cinco tiempos y niveles para la repetición: inmediatamente después de la prelección, el día siguiente, cada semana, mes y año. La Ratio también establece un período para la repetición anterior a cualquier examen importante.
El Cierre: ayudando a los alumnos darse cuenta de aquellos puntos esenciales que no pueden quedar afuera en el tratamiendo del tema en cuestión. Ayudar a rescatar lo básico, a integrar. El cierre debe hacerse en algún momento durante el día de clase y al fin de la semana dando mayor integración.